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Periodista de Viajes National Geographic
25 de noviembre de 2022 · 13:33 Actualizado a 25 de noviembre de 2022 · 23:12
Muchos desconocen que Vigo es la mayor ciudad de España sin rango de capital de provincia y que tiene el mayor puerto pesquero del mundo en volumen de capturas dirigidas al consumo humano. Fue la ciudad que más creció en el siglo XX y la que más rápido lo hizo, lo que ha hecho de la particularidad su sello de identidad. Un lugar donde conviven bellos estilos arquitectónicos, colecciones de arte, un patrimonio industrial histórico, islas arrebatadoras, playas tranquilas, relatos de piratas e invasiones y atardeceres inolvidables en plena naturaleza. En resumen, una interesante ciudad que, no en vano, logró enamorar al mismísimo Julio Verne.
iStock | Viviendas señoriales del Ensanche de Vigo
En el centro histórico de Vigo ya no se adivina, si no es por unos pocos metros de muralla, el pasado defensivo de la ciudad. Sin embargo, el legado señorial que los conserveros catalanes dejaron en el siglo XIX se puede observar en edificios como el Simeón o El Moderno que se reparten por calles como la Policarpo Sanz o la Avenida García Barbón. Para conocer el conjunto histórico de la ciudad son de obligada visita la Praza de la Princesa, la Plaza de la Constitución, rodeada de pórticos, edificios de piedra y la Casa de la Cultura, y la Porta do Sol, donde una polémica escultura de un sireno da la bienvenida rodeada de bellos edificios.
Desde ahí, se puede conocer la calle del Príncipe, el eje comercial de la ciudad, punto álgido de la Navidad y hogar de antiguas instituciones, como correos, telégrafos, Palacio de Justicia e importantes empresas. Para seguir la ruta, se puede conocer la calle cesteiros, donde aún se encuentran talleres de artesanos del mimbre, la Fortaleza de San Sebastián o la Concatedral de Santa María de Vigo, más conocida como la Colegiata, de estilo neoclásico, frente a la que se alzaba un olivo icónico que forma parte del escudo de la ciudad y del que se dice que salió un esqueje que se convirtió en el olivo centenario del Paseo de Alfonso XII.
Y aunque hay muchas más cosas que ver en su casco antiguo, es importante destacar la calle pescadería, conocida popularmente como la de las ostras, donde se prueban las mejores ostras de la ría de Vigo. En esta calle cubierta hay varios puestos donde las mujeres cuecen, muestran y venden ostras frescas. Y siguiendo con la tradición vinculada al mar y a la pesca, es interesante pararse a observar las esculturas que salpican la ciudad y descubrir su significado, como el nadador, el emigrante o el bañista del arenal.
Difícilmente se puede señalar una forma mejor de conocer una ciudad que ir a la raíz de sus orígenes y descubrir dónde, cómo y cuándo surgió. Para eso es importante acercarse al Yacimiento O Castro, ubicado en el monte que le da nombre, uno de los que goza de mejores vistas de la ciudad y situado en el centro de esta. Se estima que fue entre los siglos II a.C y III d.C que un grupo de personas se asentó y amplió sus límites hasta convertirse en una urbe en la que ahora viven más de 300.000 personas.
A pesar de esa gran aumento de habitantes hasta el día de hoy, en el yacimiento solo quedan tres viviendas castreñas reconstruidas con el método de piedra circular. El tamaño del histórico lugar es de 1.800 metros cuadrados, y representa uno de los más poblados, extensos y evolucionados de Galicia. Aprender cómo vivían los vigueses de hace aproximadamente 2.000 años no está reñido con conocer el vergel botánico en cuya falda se asienta.
Numerosas especies autóctonas se dan cita ante los ojos de los paseantes en un parque urbano único en la ciudad por sus sendas naturales, que llevan hasta la cima, y los antiguos restos de muralla que invitan a rastrear las raíces de una ciudad con muchas y muy interesantes etapas históricas, todas ellas constitutivas de la singularidad de esta localidad pontevedresa.
Olalla Lojo | Barrio de Bouzas
Independiente de Vigo hasta 1904, la absorción de esta localidad por parte de la ciudad fue inevitable tras su rápido e imparable crecimiento. Esta villa marinera guarda toda la esencia de la que fue una pequeña localidad de pescadores junto al mar, con sus pintorescas calles, casas bajas y alejada del bullicio y el tráfico del resto de la ciudad. Esa distancia ayuda a ver este lugar como un remanso de paz con encanto local, donde las alamedas y las playas invitan a respirar, simple y llanamente, paz.
Ubicada al final de la extensa zona industrial de la ciudad, uno de sus lugares más conocidos, además de su paseo marítimo, es la Iglesia de San Miguel, que data del año 1697 y que cuenta con la particularidad de haberse erigido sobre una roca. También cuenta con un cruceiro, que marca el hipotético lugar donde nació esta pequeña villa, y un poco más allá de sus límites, el Museo del Mar, que ocupa la vieja fábrica de conservas Alcabre-Molino de Viento.
Orientado a conocer el mundo de la pesca y a comprender los ecosistemas marinos, muestra también la reproducción de un poblado de la Edad de Hierro que existió en el lugar: el Castro de la Punta del Muiño del Viento. Bouzas es, también, un estupendo foco gastronómico alejado de las zonas más céntricas, y tiene algunas de las fiestas más animadas de la ciudad, como la del Cristo de los Afligidos, declarada Bien de Interés Turístico de Galicia, y la de la Brincadeira, en la que los vecinos se visten de época para conmemorar la retirada de las tropas napoleónicas de la ciudad en 1809.
Museo de Arte Contemporáneo de Vigo (MARCO)
Aunque Vigo nace y crece mirando al mar y centrando en él su economía y su forma de vida, hay cabida para grandes muestras de arte, como la del Museo de Arte Contemporáneo (MARCO). Esta disciplina vanguardista se puede disfrutar en un gran edificio ubicado en la céntrica calle peatonal del Príncipe, y en él se pueden visitar exposiciones temporales dedicadas a la producción artística más reciente en arquitectura, arte en la red, diseño, cine, música y demás.
La historia de este edificio tampoco pasa desapercibida entre quienes cruzan sus puertas. A pesar de albergar esta moderna disciplina, sus orígenes se remontan a 1861, cuando José María Ortiz lo diseñó para albergar la cárcel y el Palacio de Justicia de la ciudad. Al rehabilitarlo, se decidió conservar algunos de sus trechos más característicos, como el espacio central que sirve de eje para las diferentes salas de exposiciones.
La programación de las muestras sigue tres líneas de programación: muestras multidisciplinares en ámbito nacional e internacional, investigaciones y revisiones históricas que fomentan la difusión del patrimonio de autores o movimientos artísticos gallegos unidos a lenguajes vanguardistas y otra dedicada a la producción de proyectos de creadores emergentes del panorama gallego.
iStock | Islas Cíes, un gran atractivo turístico de la ciudad
Las Islas Cíes no son solo un paraíso natural, de las cuales quizá lo más conocido es la Playa de Rodas, valorada por algunos expertos como una de las mejores del mundo. Visible desde gran parte de la ciudad de Vigo, este archipiélago compuesto por tres islas, San Monteagudo, San Martiño y la del Faro guarda un patrimonio cultural que abarca ámbitos que van desde la religión hasta la biología, pasando por la arqueología y la historia.
Estas islas, a las que hay que acceder con reserva, fueron declaradas Parque Natural en 1980 y también incluidas en el Parque Nacional Marítimo Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia en 2002, en el que también se incluyen la Isla de Ons, la de Sálvora y la de Cortegada. El espacio natural de la isla, altamente protegido, es visitable a través de cuatro rutas de senderismo que conducen entre bosques de pinos, eucaliptos, matorrales y la visión de las dunas, las playas paradisíacas y los acantilados y sus cuevas.
Algunas de las rutas más famosas por las islas es la del Faro de Cíes, que transcurre junto a la playa de Rodas, el lago dos Nenos, donde se unen dos de las islas, y el camping, único alojamiento en el que se puede pernoctar. El faro mencionado, que data de mediados del siglo XIX, tiene unas vistas espectaculares de la ría de Vigo, por lo que vale la pena animarse a descubrirlo.
Shutterstock | Museo Pazo de Quiñones de León y sus jardines
Considerado como una de las señas de identidad de los vigueses, y parte importante de su oferta cultural, el Pazo Quiñones de León se remonta al Pazo de Lavandeira, una construcción erigida en 1670 que pasó de manos de la familia Tavares a la Montenegro y, más tarde, a la Valladares. No fue hasta finales del siglo XIX que Fernando Quiñones de León, viudo de la VIII Marquesa de Valladares, donaría a Vigo la propiedad con la condición de establecer en él un museo y un parque público.
Sus jardines, al estilo barroco francés, tienen seis partes diferenciadas, y cuentan con numerosas plantas ornamentales pero también exóticas, además de centenarias, como un camelio o el magnolio de pradera más grande de Galicia. El edificio dedicado al museo expone piezas de artes decorativas de los siglos XVIII al XX, como mobiliario, cerámica, porcelana, platería, textiles, cristal, casi todas donadas por el filántropo Policarpo Sanz.
Su planta baja, la principal, aún guarda el ambiente señorial de la residencia que un día fue, y aquí es donde se muestran las pinturas europeas de los siglos XVII y XVIII y algunos depósitos del Museo del Prado. Se considera que es en el Pazo de Quiñones de León donde se concentra la mayor colección pública de arte gallega del siglo XX, que comparte el espacio de este increíble museo con una exhibición de la arqueología de Pontevedra desde el paleolítico hasta la época romana.
José Chas | Fábrica Alfageme
De la hojalata al ultracongelado. Así es como se podría resumir, o definir, según Vigo Turístico, el patrimonio industrial de esta ciudad. La gran historia de pesca, de conserva y de innovación en el sector se muestra en diversas rutas guiadas por algunos de los puntos más emblemáticos de un Vigo que creció alrededor de la riqueza económica y las posibilidades laborales que ofrecía el mar.
Desde Bouzas hasta el barrio de Berbés, antiguas fábricas, naves frigoríficas, grúas y empresas emblemáticas muestran, con la ayuda de antiguas fotografías y planos, cómo nació esta industria y cómo llegó a crecer hasta alcanzar tal magnitud. Esta ruta sobrecoge por la magnitud del patrimonio que se conoce de la mano de Esperanza Porto, historiadora del arte y gestora de patrimonio, y David Amoedo, técnico superior en desarrollo de construcción y planes de obra.
Los grandes nombres de la conserva y la pesca congelada, como los Alfageme o los Massó, resonarán entre las paredes vacías de algunos edificios que reflejan la pujante industria de principios del siglo XX y resuelven muchas de las dudas entorno a qué se esconde tras ese patrimonio, en gran parte olvidado.
iStock | Atardecer sobre el Monte Alba y la ría de Vigo
Más allá del mirador del parque de O Castro, punto neurálgico verde y de reunión de los vigueses, con sus 150 metros de altura y que permite disfrutar de la ría sin salir del casco urbano, hay muchas más opciones para no perderse uno de los planes obligatorios al visitar la ciudad: conseguir una panorámica que abarque, al menos, una parte de la ciudad y del océano que la baña, y si es al amanecer o al atardecer, aún mejor.
En el casco urbano también se encuentra el mirador, junto al icónico olivo, del Paseo Alfonso XII, pero vale la pena alejarse del centro y conducir por las curvas que dejan atrás el ladrillo y la piedra para subir entre verdes hasta lugares como el Mirador da Guía, donde una ermita dedicada a la Virgen de las Nieves y un faro dibuja uno de los recuerdos más bonitos de la ría. En el Monte de los Pozos, por otro lados, se puede ver desde las playas hasta parte de Baiona y las islas Cíes.
Quien prefiera un lugar de recreo, disfrutará más del mirador de A Madroa, cerca del casco urbano, con zona infantil y de picnic, donde se tiene otra perspectiva, en la que tiene más protagonismo el puente de Rande, la ciudad y las dos orillas de la ría. Sin embargo, dos de los más especiales están entre los siete montes que rodean la ciudad, el Monte Alba o Monte Cepudo, ambos a 500 metros sobre el nivel del mar, con una hermosa ermita y un restaurante que regala atardeceres de infarto.
Ocean Secrets, empresa que realiza actividades en barco por la ría de Vigo
Un barco se mece al son del oleaje en el puerto. Puede pasar desapercibido, pero lo cierto es que una vez se sube en él, el visitante se sumerge en una experiencia que va más allá de la navegación. El Nautilus es el barco con el que la empresa Ocean Secrets embarca a los grumetes por un día y les adentra en las profundidades del océano, pero sin necesidad de mojarse un pelo.
Preparado al detalle para interpretar el medio marino, no solo por sus medios técnicos, sino por contar con el conocimiento de un biólogo marino, este barco navega entre las bateas para mostrar no solo las particularidades de la crianza de los mejillones, sino la fauna y flora marinas, gracias a Nemo, un robot submarino con una cámara subacuática. Amparados por las aventuras de Julio Verne en sus 20.000 leguas de viaje submarino y repasando la historia del Capitán Nemo, se explica a los visitantes las crueles batallas que se llevaron a cabo entre ingleses y españoles en esta misma ría.
Tras esto, y con toda la atención puesta en el fondo del océano, se indaga en busca de pecios que puedan dar pistas sobre dónde está el oro que supuestamente se hundió en la Batalla de Rande para evitar que los contrincantes consiguieran arrebatarlo. Toda una experiencia didáctica, que consigue explicar el patrimonio culinario, el valor de la tradición, la riqueza biológica y el interés de la historia para entender Vigo.
playa alcabre y museo del mar
A pesar de que Vigo es una ciudad industrial con un gran puerto que acapara el acceso al mar, su gran extensión y la gran línea de costa permitan que se pueda gozar de muy buenas playas. Más allá de las que se encuentran en las Islas Cíes, el barrio de Alcabre guarda algunos de los mejores secretos de sombrilla y toalla de los vigueses. Buenos restaurantes, paseos agradables, finas arenas…
Muchas de las playas de Vigo han sido premiadas por sus criterios de sostenibilidad y la calidad de sus servicios con una bandera azul. Santa Baia, en el barrio de Alcabre, es una de ellas, entre las cuales también destacan Carril, O Vao, Samil o Canido. Lo cierto es que es posible disfrutar de sus arenales durante kilómetros, por ejemplo, uniendo la playa de Samil con la de O Adro.
En la vertiente occidental, se encuentran la mayoría de ellas, como o Fechiño, o Serral u O Calzoa. En la parte oriental, bajo el Monte da Guía, se puede disfrutar de otras, como o Faro, o Areíño o Suacasa, entre otros.
Museo Anfaco| Antiguas latas de conserva, parte del patrimonio del museo
La Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas de Pescados y Mariscos (Anfaco) cumplió 100 años en 2004 y decidió celebrarlo de la mejor forma: dando un paso al frente para cuidar su patrimonio, impulsar su promoción y divulgarlo. Los principales hitos históricos que marcaron la historia del sector conservero se muestran en este museo, algo alejado del centro de la ciudad, pero necesario para comprender cómo nació la industria conservera, quienes trabajaban en ella, sus avances y cómo todo este conjunto de particularidades transformó a Vigo.
Además de realizar un viaje en el tiempo a través de todos los materiales y elementos de oficina y publicidad que se utilizaron durante décadas (carteles, latas, anuncios, etc.), la visita se adentra de lleno en la era de la sardina, mostrando a Vigo como uno de los mayores exportadores de conserva de pescado y marisco y observando cómo era el trabajo en las fábricas y con qué herramientas y condiciones contaban los trabajadores.
De ahí, se salta ya a la segunda mitad del siglo XX, en el que se realizan grandes avances en el ámbito de la tecnología en la pesca y el tratamiento de la materia prima, suponiendo un cambio en los parámetros de calidad y sanidad. Desde la importancia del colectivo catalán en la zona hasta el papel y la organización femenina en el mundo de la conserva, este es uno de los mejores lugares donde conocer de cerca y a fondo este gran patrimonio industrial que forma parte del ADN de Vigo.
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