Ariel Canedo tiene 52 años y trabaja para la empresa Aeromar donde lleva correspondencia para servicios como FedEx o el correo UPS
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17 de febrero de 2023 a las 12:28
Ariel Canedo es el piloto uruguayo de 52 años que logró salir con vida junto a su copiloto después de que su avioneta cayeran en la ciudad Berisso, provincia de Buenos Aires.
Canedo trabaja para la empresa Aeromar donde lleva correspondencia para servicios como FedEx o el correo UPS. Para este último era el viaje que tenía previsto realizar la avioneta en un vuelo que partió desde el Aeropuerto de Carrasco y tenía a Ezeiza como destino final.
Canedo es piloto desde hace 30 años. "Nunca me había pasado nada como lo que pasó el otro día", aseguró este viernes en La Pecera de Azul FM.
Iba "como todas las noches, todo normal, volando a 10 mil pies de altura, que son unos 3 mil metros", contó. Sonó algo muy fuerte y se preocupó. "Súbitamente el motor tuvo un fallo catastrófico sin previo aviso. Ni siquiera intentamos reencender el motor porque fue tanto el ruido que sabía que ese motor no iba a arrancar”, explicó.
Lo primero que Canedo pensó fue "la puta madre". Luego, "lo que uno se ha entrenado a hacer". El piloto siguió una "checklist": cambiar la velocidad por altura "para tener unos metros más de planeo", reducir "las cargas eléctricas para preservar la batería" ya que el motor es también el generador eléctrico, ajustarse los cinturones de seguridad, comunicar lo que está pasando con los controles aéreos.
La avioneta era una Cessna Caravan 208. Se trata de "un avión muy confiable” con "una de las turbinas más confiables que hay en el mercado y "una tasa de falla muy baja”.
"A grandes rasgos el avión sin motor puede planear", continuó con su relato. El vehículo tiene una "tasa de 2 a 1", es decir, planeando, "cada mil pies de altura" puede avanzar "dos millas náuticas".
"En este caso, a la altura que estábamos, y el aeropuerto más cercano que teníamos, estábamos sumamente justos entre ese cálculo de altura y distancia en la que el avión puede planear”, contó. El aeropuerto más cercano era el de La Plata, pero "en horas nocturnas no opera".
Declararon la emergencia al control aéreo argentino para que prendieras las luces en el aeropuerto. Desde Control Baires "hablaron con el jefe del aeropuerto, pero no daba el tiempo para que alguien fuera a prender las luces".
"Cuando estábamos a determinada altura, determinada distancia, ya vimos que por más que hubieran prendido las luces no íbamos a llegar planeando al aeropuerto", sostuvo Canedo. Debían encontrar otro lugar donde no lastimaran a nadie, donde no cayeran arriba de una casa o en una carretera porque “podés colisionar con un auto”. "De noche se complica porque no ves nada, no ves si hay un monte, si hay pantano, si hay una línea de alta tensión".
"Le dije a Gastón, mi copiloto, que buscara una camino vecinal que no fuera muy importante, que no tuviera tránsito vehicular a la vista", narró Canedo. "Con lo último que nos quedaba planeamos" y "se vieron luces chiquitas que parecían ser un camino". A medida que se acercaban al camino de balastro, vieron árboles enormes.
"Uno siempre ve en un camino los árboles planteados a los costados, pero no: era un monte. Ya no había mucho más que hacer, no podíamos ganar más altura, y tiramos el avión al camino que habíamos elegido", explicó el piloto.
El ala derecha chocó contra uno de los árboles, el avión se cruzó con un cable eléctrico, saltaron chispas, se prendió fuego, toda la zona quedó sin luz. En llamas, la avioneta se detuvo. Los uruguayos soltaron sus cinturones y salieron lo más rápido posible. Gastón, el copiloto, salió por el lado derecho donde "todavía no había tomado fuego". Escapó “con la camisa limpia, la mochila, el celular, la billetera", contó Canedo.
Él, en cambio, estaba todo lleno de combustible. "Me había agarrado un poco de fuego la ropa, pero ya estaba fuera del avión, me lo apagué con las manos", contó. Quedaron uno de cada lado del avión y se gritaron si estaban bien.
El hecho fue reportado sobre la 1:00 de este jueves. La aeronave cayó en un descampado de la Ruta 11 y la calle 635 de Berisso. La emergencia no demoró en llegar. Canedo llamó a su esposa y a su hijo. A las 13:00 ingresó a la atención médica de Uruguay con "quemaduras de segundo grado en el brazo, la cara y el cuello". Este viernes sigue internado. Entiende que tuvo suerte: se pudo haber prendido fuego la cabina, un golpe lo pudo haber dejado atontado, pudo haber aterrizado y que la puerta no abriera.
"Uno toda la vida se prepara para cosas que muchas veces no suceden. En este caso sucedió. Creo que tomamos las cosas con bastante calma. Creo que hicimos todo lo que teníamos que hacer", dijo a La Pecera. De joven tuvo un accidente en una moto y sintió como si pasara "la vida en un segundo". "En este caso no fue así, estábamos muy metidos en el tema, nunca pensé que iba a morir ahí, aunque era muy probable".
Canedo no cree que haya habido un problema en el mantenimiento de la aeronave de la empresa ."Los fierros son fierros. No hay nada perfecto. Es uno de los riesgos que se corren en esta profesión". Consultado sobre si seguirá volando, contestó que "sí, por supuesto".
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