Dénia hace cien años: la ciudad de las dos estaciones y los primeros turistas de la que apenas se conserva nada | Noticias La Marina Plaza

2023-02-22 18:03:42 By : Ms. Selena wong

Marqués de Campo hacia 1920.? Postal edición de Castañeira,Álvarez y Levenfeld. Madrid. C. 1920. Crèdit. Col.lecció Gisbert.

El tren ya no avanza más. Después de recorrer desde Alicante exactamente 93 kilómetros por incontables puentes y viaductos se detiene al fin en Dénia, que es la estación término. El viajero desciende del vagón y comienza a caminar ya con la libreta en la mano, pues es un tipo meticuloso, de esos que anotan cada detalle del viaje. Ya en la estación sortea a mozos que van de un lado a otro, a intérpretes que le ofrecen sus servicios en varios idiomas (no los necesita: él no sólo habla sino que también escribe, y bien, el castellano) o a representantes de hoteles y fondas que le proponen alojamiento.

Al salir de la terminal descubre carruajes que aguardan a los pasajeros que pretendan desplazarse a otros pueblos de la comarca y, muy cerca, otra estación muy próxima y un puerto en ebullición repleto de vapores de Orán y buques de Inglaterra en el horizonte o de faluchos, tinglados y grúa en los muelles.

Conforme echa a caminar, nuestro viajero pasa por cafés, teatros, consulados, almacenes de pasa y naranjas, fábricas conserveras y de juguetes, y varios aserraderos. No es una urbe demasiado grande pero sí bullanguera: va gente de un lado a otro, con numerosos hombres vestidos de campesinos, alegres, como si acabaran de estrenar la paga. Muchos se meten en algunos de los cafés, desde los que escapa música de baile. Todo eso quedará anotado en la libreta de nuestro hombre, que llevará la fecha de cualquier día de principios de la década de 1920.

Ese viajero se llama Elías Tormo. Para los lectores de la Marina Plaza no es un desconocido. Este periódico ya divulgó la primera parte de su viaje que le dejó en Gata a bordo de ese mismo ferrocarril. Tormo publicó en 1923, hace ahora exactamente un siglo, La Guía de Levante, que plasmaban todas esas experiencias. En este segundo capítulo observaremos cómo con precisión milimétrica traza aquella Dénia de hace cien años que hoy en día en gran parte no existe: es una ciudad que nunca supo conservar su patrimonio centenario, que mandó sin piedad al cajón del olvido. Pero acompañemos a nuestro viajero. 

Lo primero que apunta en esa libreta Tormo es la población exacta con la que cuenta Dénia en ese momento: 7.500 habitantes pero, matiza, 12.100 con el campo.

Es curioso constatar cómo casi la mitad de los habitantes de la ciudad vivían en áreas rurales. Eso no sólo denotaba una vocación agrícola de la economía local. Tal y como destaca el arqueólogo Josep Antoni Gisbert, la diferenciación entre la gente que vivía en el casco urbano y la que lo hacía en el campo ha pervivido en la memoria colectiva de este lugar: «Recuerdo una conversación en los años noventa en la que se hablaba de un concejal que acaba de ser elegido y unas personas me decían ése no es de Dénia y yo les decía que sí, pero ellas insistieron, rotundas, no es de Dénia, es del terme. O sea, del campo. No era lo mismo». 

Paisaje rural con el Castillo al fondo. ? Postal edición de Castañeira,Álvarez y Levenfeld. Madrid. C. 1920. Crèdit. Col.lecció Gisbert.

Y es que las estadísticas que Tormo incluye en su guía son mucho más que números. La siguiente descripción ilustra los servicios que ofrecía la ciudad al viajero aparentemente de forma aséptica, casi matemática, y sin embargo dice mucho ya no sólo de la Dénia de 1923 sino de la que ya no existe en la actualidad.

ESTACIONES.–Del ferrocarril del Norte (Carcagente a Denia) y del ferrocarril de La Marina, línea de Denia a Alicante. Próximas la una a la otra; vecinas de la población, a la derecha del puerto. Excelente servicio de mozos para el traslado de equipajes. 

HOTELES, FONDAS.- Buenos hoteles en general. Hotel del Comercio, con garaje a poca distancia. Pensión –sin desayuno ni vino– desde 7 pesetas. Intérprete y empleados a la llegada de todos los trenes. Su dueño es, a la vez, delegado de la Sociedad de Atracción de Forasteros, calle del Marqués de Campo. Hotel Fornos; intérprete y mozos en las estaciones: pensión desde 6 pesetas; en la misma calle, Fonda Contrí; pensión, desde 5 pesetas; calle Marqués de Campo. Posadas del Sol, de Fernando y del Malagueño. 

COCHES, ÓMNIBUS. Coches en las estaciones situadas muy cerca de la población. Servicios diarios de carruajes a Gata, Pedreguer y Pego. Carruajes de lujo, de alquiler. A precios convencionales. (…)

CORREOS, TELÉGRAFOS, TELÉFONOS.–. Correo con giro postal y caja de ahorros. Telégrafo de 8 a 24. Teléfono urbano e interurbano. 

CLIMA DE DÉNIA. Sano, de gran templanza (véase Sociedad de Atracción de Forasteros). Aparte el verano, algo extremado, las demás estaciones son de gran suavidad.

Para empezar, claro, resalta lo de las dos estaciones, que en la actualidad se han reducido a una sola, la de Alicante y su TRAM, mientras la ciudad ansía volver a contar con una segunda para reconectarse con València que todavía se espera. Pero esa pérdida no sólo se constriñe al déficit de comunicaciones de la Dénia actual. A diferencia de tantas otras ciudades, la capital de la Marina Alta apenas ha sabido conservar esos edificios ferroviarios que muchas veces son un patrimonio impagable.

Gisbert lamenta que «de las dos estaciones, una se destruyó y de la otra apenas queda la mitad, se conserva el edificio pero han desaparecido tinglados o almacenes y no es sombra de la que tenía Dénia en aquella época». En cambio Alicante sí que ha conservado su estación del trenet de la Marina, que era gemela a la de Dénia. 

Del texto literal de Tormo antes reproducido, también destaca que ya en aquel 1923 Dénia era un destino turístico, tal y como lo prueba la existencia de esa Sociedad de Atracción de Forasteros cuyo delegado era, para mayor simbolismo, propietario del hotel Comercio, uno de los más importantes de la época. Asistimos en aquella época a la génesis del turismo de Dénia, que principalmente ofrecía al visitante las bondades de su mediterránea climatología.

Aquel intento no era nuevo. Ya un documento de 1864 intentaba difundir el buen clima de Dénia por toda Europa y en 1908 el médico y exalcalde Augusto Gómez Porta (un personaje también un tanto olvidado de importancia cultural) funda la Sociedad de Amigos del Clima, germen de la de los forasteros y quizás el primer intento de la historia de Dénia para pergeñar una oferta turística y atraer sobre todo en invierno a las altas clases europeas. Como se ha visto, Tormo elogia también en su guía la suavidad de las temperaturas en la ciudad con excepción del verano, en el que era «algo extremado». Paradójicamente y con las décadas en lo que se ha convertido Dénia es precisamente en un destino estival. Y eso que en aquellos años veinte aún no se hablaba del cambio climático.

El alcalde olvidado de Dénia que luchó contra las epidemias e ideó una ciudad llena de árboles

Ahora bien, buscarse la vida con el turismo era también una necesidad económica. Tormo en 1923 aún consideraba a Dénia como «el centro neurálgico de exportación de la pasa de toda la Marina», pero lo cierto es que aquella actividad económica había entrado en crisis por la filoxera y, según remarca Gisbert, «lo que la Sociedad de Atracción de Forasteros pretendía es que todas aquellas infraestructuras y alojamientos que antes habían vivido de los comerciantes de la pasa se dedicaran, ante el declive este último negocio, al turismo cultural». Porque los viajeros de los años veinte, generalmente cultos y de alto poder adquisitivo como el propio Tormo, no venían a buscar una tumbona en la playa. Necesitaban algo distinto. 

La Guía de Levante de nuestro viajero también es pródiga en la descripción de los lugares de ocio que tenía aquella Dénia que porfiaba por atraer visitantes: 

CAFÉS, CERVECERÍAS. Café de Tonet (y de los círculos recreativos). Cafés conciertos (de camareras), Petit Kursaal, Café del Siglo, Café La Bombilla, Cervería Dianense. 

BAÑOS. Diana. Establecimiento de baños y, en verano, los de oleaje. Situado junto a la playa. 

TEATROS. Teatro Principal (buenas condiones de salida). Teatro del Circo; Palacio del Sol (barracón de cine). 

DEPORTES. Dos trinquetes de pelota. 

Para Gisbert, esta relación prueba el ambiente bullanguero que existía en Dénia al menos durante una parte del año, la dedicada a la temporada de la pasa que «eran los meses dorados desde septiembre a finales del año, cuando existía una gran animación y cantidad de actividades de Dénia».

La expresión café que emplea Tormo era un tanto modesta: eran cafés de chicas, cabarets y locales en los que también se practicaban juegos de azar. Uno de los más destacados era el Café del Siglo, que regentado por la familia París Noguera se ubicaba en la esquina entre la Glorieta, marqués de Campo y Diana. La noche escondía más tentaciones: en aquellos tiempos se intentó incluso legalizar la prostitución, algo que evidentemente no se incluye en la guía.

? Postal edición de Castañeira,Álvarez y Levenfeld. Madrid. C. 1920. Crèdit. Col.lecció Gisbert.

Tormo también relata con precisión las diferentes actividades que configuraban el tejido económico de la ciudad y que vuelve a romper tópicos, porque habían muchos más negocios a parte de la pasa:

INDUSTRIA. La más importante es la agrícola, siendo la peculiar la de pasa moscatel, que se exporta en grandes cantidades al extranjero. Siguen luego la almendra y la naranja. Hay fábricas de conservas, de energía eléctrica, de gas, de juguetes de madera, de hojalata, bcilciletas y coches para niños, y dos aserraderos mercancías. Dos buques que construyen buques de madera (Juan Arnell y Lanuza. Ha, además, dos arboladores.

PESCA. Pesca del bou y con faluchos sardinales (escenas interesantes). 

EL PUERTO. Está en gran parte cegado por aluviones al punto de que los buques que cargan pasa para Inglaterra no pueden entrar en él. Aún cuando dada la importancia comercial de Denia, sus obras están muy retrasadas, queda defendido por dos diques. 

Hermoso panorama desde el dique norte. Contémplase todo el Mediterráneo: al Norte, el cerro del Castillo y al sur el pico del Montgó, Castillo del Moro, ermita de San Nicolas y Torre del Cerro. Bajo el Montgó, barriada de marineros. 

Grúa y tinglado para mercancías. Excelente material de salvamento. Rula para subasta del pescado. El movimiento principal del puerto es de exportación, de pasa, naranja y cebolla. Importante movimiento de cabotaje. 

Sociedad de obreros marítimos. 

COMPAÑÍAS DE VAPORES. No tienen escalas fijas en este puerto. Consignatarios establecidos en el puerto: Ribes y Compañía; Diego Ivars y Mac Andrews y Compañías. 

BANCOS. Corresponsal del Banco de España, del Banco Español del Río de la Plata y del Crédit Lyonnais. Banqueros: Jaime Morán y Compañía; Juan Merle, con Caja de Ahorros. 

CONSULADO. De Francia, Inglaterra, Italia y los Estados Unidos de América. 

Existía pues una importante industria agrícola y también de conservas. Y la industria del juguete avanzaba, aunque todavía en un estado incipiente. «Se había instaurado en la primera década del sigo pero en esta segunda ya había unas pocas dedicadas a las piezas de madera o a las del metal». Fue precisamente poco después de la visita de Tormo, en la segunda parte de la década de 1920 «cuando esas factorías jugueteras se multiplicaron hasta convertirse en un auténtico motor económico de la ciudad». 

Igual que existía almacenes para la pasa también los había para preparar naranjas y cebollas en una cantidad muy importante que eran después exportadas hacia el extranjero desde el puerto. Gisbert matiza que con el tiempo el puerto de Gandia se fue quedando con esa actividad exportadora en detrimento del de Dénia». El propio Tormo lamenta el histórico retraso en las obras que debían mejorar la dársena de la capital de la Marina Alta. 

Pero como en siglos anteriores, la infraestructura portuaria de la época aún era poderosa. La guía no sólo hace referencia a los grandes buques que venían a cargar la pasa para Inglaterra. También a los dos astilleros vinculados a la construcción y reparación de buques o a los dos arboladores para erigir mástiles.

La referencia de Tormo a la pesca es llamativa: pone entre paréntesis que esa actividad propiciaba escenas interesantes, lo que no es gratuito. Gisbert matiza que los llaüts, muy característicos en la dársena de aquella época, no solo se utilizaban para la pesca sino también como oferta para ese citado turismo cultural: los visitantes se embarcaban para disfrutar de una plácida navegación por ejemplo hasta la Cola Tallada. Esta magnífica fotografía es bien elocuente. 

? Postal edición de Castañeira,Álvarez y Levenfeld. Madrid. C. 1920. Crèdit. Col.lecció Gisbert.

El puerto también contaba con compañías de vapor: la más importante era la de Diego Ivars y conectaban Dénia con Orán. Y es que la crisis de la pasa forzó en aquel momento una inmigración hacia Argelia de familias que acabarían regresando a Dénia, muchas veces después de haber logrado suntuosos ahorros, ya en la posguerra.

De aquel puerto, cien años después, apenas hay huellas. Es patrimonio perdido. «Queda muy poco del puerto, su espíritu ha desaparecido». Gisbert añade que en la década de 1980 aún se conservaba el atávico espigón y que en los 90 se realizó un inventario de los bienes patrimoniales de la dársena, entre ellos, la famosa grúa, que en gran parte apenas tres décadas después, ha sido destruido: «Qué necesidad –se pregunta– había de suprimir esa grúa o todos los tinglados, es lamentable que no haya existido una conexión entre el patrimonio del puerto histórico y el actual». 

No es el único ejemplo. Lo mismo ha sucedido con la fábrica del gas, del mismo modo nombrada en la Guía de Levante, y cuya construcción a finales del siglo XIX por parte de comerciantes ingleses supuso todo un hito tecnológico: sólo disponían de instalaciones similares Madrid o Barcelona. Hoy «el estado de esa fábrica tras décadas de olvido da vergüenza a pesar de estar protegida desde los años ochenta». Sin embargo, « vemos cómo se cae sin que haya ningún grito para poder recuperar esa fábrica única con una historia importantísima».

Llevamos juntos 10 años. Y juntos hemos vivido ya de todo: inundaciones, incendios, crisis, momentos duros y otros muy buenos, gestas sociales y oleadas de solidaridad de las que nos hemos sentido orgullosos.. Por eso, tampoco ahora vamos a rendirnos. Queremos seguir contigo, haciendo lo que sabemos hacer: periodismo. ¿Nos ayudas?

Muy interesante, una duda ¿Que oferta cultural ofrecia Denia a esos supuestos primeros turistas tan leidos y culturales? El artículo no lo índica porque ir de Cabarets y Bares no es cultural o ¿Consideran que si?

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